Archdiocese of Bangkok
Bangkok (Agencia Fides) – «En Pascua celebramos 200 bautismos de adultos en Bangkok, 15 de ellos en mi parroquia, la Iglesia del Rosario. Es una buena noticia y un signo de esperanza: nos dice que el Señor actúa y que Cristo sigue atrayendo personas, incluso en un país con un 90 % de población budista, donde los católicos somos unos 300 000 en una población total de 70 millones», afirma en una conversación con la Agencia Fides don Peter Piyachart Makornkhanp, párroco en Bangkok y director nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP) en Tailandia.
«Somos una pequeña minoría, frágil pero fuerte en la fe. Gozamos de respeto social y nuestras escuelas tienen buena reputación. Mantenemos relaciones cordiales con todos», explica el sacerdote, al describir el contexto social y religioso del país.
«En Tailandia –explica- la mentalidad actual está impregnada de generosidad y respeto hacia todos, lo que también se refleja en el ámbito de la religión. La idea principal es que todas las religiones son buenas y ayudan al ser humano. La espiritualidad es un componente fuerte de la vida, una parte importante, sea cual sea: por lo tanto, no hay ningún problema en creer en una comunidad de fe. El lado positivo es que podemos hacer amistad con todos, hay respeto, solidaridad y benevolencia mutua, y se puede establecer una colaboración fructífera con otras personas. La otra cara de la moneda es que, para el hombre común, una creencia vale por otra, es totalmente indiferente qué religión se profesa».
Por lo tanto, la Iglesia aporta «el rostro específico y la contribución peculiar del cristianismo, de la fe católica. No tenemos problemas para predicar, somos libres de mostrarnos y de revelar el rostro de Cristo», pero a menudo una persona piensa «que ya tiene una religión, por lo que no necesita nada más y no busca nada nuevo».
En este contexto, cuenta el párroco, «en la libertad de expresarse, de abrirse a la gracia y de donar el Evangelio, la Iglesia tiene su vitalidad. Las vocaciones al sacerdocio existen y están creciendo: tenemos 80 seminaristas mayores en el seminario interdiocesano, que acoge a candidatos de las 11 diócesis tailandesas y que, si Dios quiere, se convertirán en sacerdotes. Es una buena perspectiva para la vida de nuestra Iglesia, nos permite vivir y llevar adelante las actividades pastorales». Hay que decir, recuerda, «que en el país se está aplicando una política de control de la natalidad y que las mujeres tailandesas no tienen muchos hijos, por lo que la evaluación global del número de vocaciones es buena», señala, «y lo mismo puede decirse de la vida consagrada, que está floreciendo, no está en crisis».
En general, afirma, «la Iglesia mantiene buenas relaciones con todos en la sociedad, en la que es reconocida como autoridad moral y apreciada tanto por las instituciones como por la gente común. La población comprende nuestros valores y considera muy significativas obras como la educación y el bienestar social. No sufrimos por ser minoría, no hay hostilidad ni discriminación, y esto da a la vida cotidiana de las comunidades cristianas una gran serenidad», que se refleja también en la misión evangelizadora.
«Nuestras vías de misión -informa don Peter Piyachart Makornkhanp- son los diversos ámbitos de la vida eclesial, también la educación, el trabajo social, Cáritas: todo es para la evangelización. Me gustaría señalar que la comunicación social está muy desarrollada: tenemos canales de radio y televisión y canales de redes sociales que se dirigen y se difunden sobre todo entre los jóvenes».
«En un país con nuestra cultura, también se nota la secularización, es decir, la tendencia a vivir sin Dios. Pero luego vuelve esa necesidad profunda en el corazón, hay algo en el corazón que resurge», señala el director nacional de las OMP. Y continúa: «La gente busca la verdad, busca algo que vaya más allá de la vida material. A menudo, los jóvenes que estudian en nuestras escuelas, una vez que se hacen adultos, reflexionan sobre el sentido y el significado de su vida, entonces vuelven a la Iglesia y piden conocer mejor a Cristo Jesús y nuestra fe. Entre ellos hay adultos bautizados. Esto se ve especialmente en 2025, mientras celebramos el Jubileo de la esperanza».
De hecho, concluye el director de las OMP, «la esperanza es algo que despierta curiosidad e interés. Las personas encuentran en la Iglesia católica una esperanza, les presentamos la otra esperanza para la vida, que es Cristo mismo. Es diferente de la esperanza que encuentran en las calles del mundo. Es una esperanza diferente. Quienes la acogen experimentan y dan testimonio de una nueva alegría y paz. Y esto también nos da esperanza a nosotros».
(PA) (Agencia Fides 9/6/2025)